COMARCA DE ENTRESIERRAS

Este territorio que ha sido corredor natural de personas y animales desde muy antiguo, también es confluencia de caminos y veredas, de trasiego de pueblos y culturas; de ideas y mercancías; de viajeros y caminantes; de vendedores y compradores; paganos unos y creyentes otros, que venían del sur, que volvían del norte;  de hombres y mujeres en definitiva, que fueron dejando su huella por estas tierras a lo largo de la historia.

Y es que el paso del río Alagón, afluente del Tajo, se adentra en tierras extremeñas,  facilitando el escalón entre las dos mesetas. Por ello siempre ha sido paso para los herbívoros y sus predadores. Después para los primeros hombres que habitan la Península, que siguiendo estas migraciones, aseguraban su alimento.

Con el mismo objetivo después, los primeros trashumantes, pasaron y se quedaron los pueblos pre-romanos con los animales ya domesticados. Con la romanización, el Impero aprovecha este paso natural y construye la más importante vía de cultura y economía del oeste peninsular: “La Calzada de la Plata”,  institucionalizando lo que otros pueblos ya utilizaban desde antiguo. Por ella siguieron transitando durante siglos, romanos y comerciantes, visigodos y ganaderos…y después los peregrinos cristianos del sur que la convirtieron además en “Camino Jacobeo” a Santiago de Compostela. Es el “Camino Mozárabe” que llevó su cultura hasta muy al norte de las tierras castellanas.

Más tarde, la  rica industria de lana castellana y el poderoso “Concejo de la Mesta”,  vuelve a hacer de estos caminos la más importante vía de trashumancia y comunicación entre el norte y el sur peninsular, no solo de rebaños de ovejas, si no también de legado cultural que los pastores dejaban a su paso por las “Cañadas Reales”, escuchando aquí y contando allá. Un legado de transmisión oral que tanta importancia tuvo en esta época sin otro medio de comunicación que la palabra directa, que contaba noticias y leyendas, cuentos y refranes, modos y maneras de otras tierras, de otros pueblos…..

Pero también están los caminos secundarios, los menos históricos, pero no por ello menos importantes para la comunicación entre los pueblos de esta comarca. Unos empedrados y otros no, según la necesidad y la economía; pero todos públicos. Caminos que trajeron a los pobladores y se llevaron a los emigrantes; que trajeron objetos y aperos y se llevaron la miel, las uvas, la piedra o la carne, Caminos que, además de por los propios, pueden ser usados de nuevo por los visitantes y viajeros, para su sosiego, para el descubrimiento; para el disfrute de los sentidos.

Estos caminos públicos que se nos van perdiendo por falta de uso, pueden recuperar su valor, en el siglo XXI, como soporte del recorrido por este “museo al aire libre”, poniendo en valor el patrimonio de este interesante territorio. Un territorio, a caballo entre las comarcas de “La Sierra” y las de “El Campo Charro”, situación que le confiere su singularidad: por ser zona de frontera histórica; zona de confluencia, con rasgos de la “dehesa” y de la “sierra”; zona de tránsito geográfico, cultural, entre el norte y el sur; entre las dos mesetas castellanas.

Estos son los “Caminos Históricos”, una Ruta, un Patrimonio para descubrir con cautela y cariño;  para andar despacio, para disfrutar de su paisaje y sus gentes, recorriendo de nuevo los caminos y senderos hechos de pueblo a pueblo, por el mejor camino que nos dice la sabiduría popular; adentrándonos en el territorio de chozos, ermitas y cercas de piedra; de molinos, batanes, acueductos y puentes; de fuentes mágicas que siguen estando…, y también en los pueblos, en su arquitectura, en la fisonomía de sus gentes, y de sus costumbres, de sus fiestas y celebraciones.